Hoy, se la utiliza como herramienta para mejorar las habilidades sociales y autoestima. Pero la ciencia busca aclarar cómo logra manipular la atención y la percepción y conocer más el funcionamiento del cerebro.
por Sebastián Urbina /Paola Aveggio - 24/10/2009 -
Nada de ilusionismo ni cartas bajo la manga. La magia dejó de ser sólo una entretención y hoy se ha ganado un lugar en la academia. En Chile, por ejemplo, ocupa un espacio en colegios y universidades, como una novedosa herramienta educativa.
En los países desarrollados, en tanto, sus centros de investigación intentan aclarar cómo funciona este arte, lo que ayudaría a explicar las habilidades y limitaciones de cómo funciona el cerebro humano.
Ya sea en las aulas o en los laboratorios, la magia está en boga por los beneficios que aporta a quienes la practican. "Desde mejorar las habilidades sociales y la capacidad de persuasión, hasta elevar la autoestima y tener más tolerancia a la frustración", explica el mago Víctor Sandoval.
A sus 36 años, este profesor de Historia realiza -desde hace ocho años- talleres de magia para alumnos de segundo a quinto año básico del colegio Sagrados Corazones de Manquehue. El es testigo de cómo mejoran su coordinación sicomotriz y su desplante ante el público. Incluso, ha tenido niños muy tímidos que ensayan en sus casas y, con el tiempo, debutan con mucha seguridad ante los demás.
En los países desarrollados, en tanto, sus centros de investigación intentan aclarar cómo funciona este arte, lo que ayudaría a explicar las habilidades y limitaciones de cómo funciona el cerebro humano.
Ya sea en las aulas o en los laboratorios, la magia está en boga por los beneficios que aporta a quienes la practican. "Desde mejorar las habilidades sociales y la capacidad de persuasión, hasta elevar la autoestima y tener más tolerancia a la frustración", explica el mago Víctor Sandoval.
A sus 36 años, este profesor de Historia realiza -desde hace ocho años- talleres de magia para alumnos de segundo a quinto año básico del colegio Sagrados Corazones de Manquehue. El es testigo de cómo mejoran su coordinación sicomotriz y su desplante ante el público. Incluso, ha tenido niños muy tímidos que ensayan en sus casas y, con el tiempo, debutan con mucha seguridad ante los demás.
DESARROLLO PERSONAL
La experiencia de Sandoval convenció a Felipe Horta, director de Deportes y Extensión de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, para implementar la magia como curso libre -con 20 cupos- dentro de la malla curricular.
Los estudiantes no sólo se relajan y descomprimen la presión académica que sienten, sino que les ayuda en su desarrollo personal, empatía y les da herramientas para trabajar en equipo. "Las empresas que han recibido a estos alumnos se muestran impresionadas por sus capacidades a la hora de lidiar con público sin temores", dice Horta.
El éxito ha sido tal, que el próximo año se implementarán dos niveles del ramo, el que ha sido muy bien evaluado por los estudiantes.
En el colegio Pumahue de Huechuraba, Claudio Madrid enseña magia a dos grupos de niños de primero a sexto básico. En su experiencia, "la magia permite que los alumnos desarrollen la memoria, la personalidad, su inteligencia emocional y la capacidad de observación y análisis".
Emilio Cortés, en tanto, está encargado de un taller de magia en la U. Bernardo O'Higgins. El se ha dado cuenta de que con la magia, los hombres son más perseverantes y aunque las mujeres también se inscriben, desertan más. Para él, lo crucial es practicar mucho para ser rápido y que el público no vea lo que hace.
Los magos coinciden en que este factor les permite crear la tensión en el público entre lo que es y lo que parece ser. Esto es algo inevitable en un mundo lleno de estímulos, lo que obliga al cerebro a fijarse en ciertas claves y dejar de lado otras para construir la realidad. De esta selección se aprovecha el mago, quien mientras distrae la atención del público con un gesto, aprovecha de hacer su truco.
SE INICIA LA COLABORACIÓN
Para los científicos Susana Martínez-Conde y Stephen Macknik, del Instituto Neurológico Barrow, en Phoenix, los magos son investigadores informales, verdaderos sicólogos sociales, que conocen muy bien las mejores formas de manipular la atención y la percepción humanas.
Por esto, en un extenso trabajo publicado en noviembre pasado en la revista Nature Neuroscience, ellos plantean que la neurociencia puede acelerar su progreso y sacar grandes ventajas de una colaboración con la comunidad de magos.
Uno de los primeros frutos se dio a conocer este año en la revista Neuroimage, donde con resonancia magnética se observa que la sorpresa que produce un truco en una persona, activa la corteza cingular anterior que se asocia a la detección de un conflicto entre lo esperado y lo observado. Y además, se estimula con fuerza la corteza prefrontal dorsolateral izquierda, que intenta razonar y resolver la ambigüedad de lo que presenció.
Ambas áreas se activan también cuando una persona escucha una afirmación falsa, como "Arica se ubica al sur de Santiago". El que se activen con menos o con más fuerza estas zonas en una persona, reflejarían lo crédula o astuta que es.
EL USO DEL HUMOR
Otro aspecto que se está investigando es el uso del humor. Los magos intuyen que cuando la audiencia se está riendo es como si el tiempo se detuviera y el foco de atención se paralizara. Por esto pueden hacer casi cualquier cosa mientras el público se ríe y nadie lo nota.
Con registros nerviosos como resonancia magnética, electroencefalograma y magnetoencefalografía, se espera aclarar la interacción que existe entre el centro de la atención y de la sensación de alegría.
Pero los científicos van más allá y apuestan a que con magia se podrá conocer más en profundidad funciones cerebrales como la atención, la percepción y la conciencia. Y quizás, en un futuro cercano, los magos sean la mejor terapia para niños con déficit atencional o con autismo.
la tercera
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